Por: Manuel Madueño Ramos
Desde hace muchos años, desde cuando el General don José de San Martín, mediante un Decreto Protectoral, creo el distrito de Víñac, el 4 de agosto de 1821, igual a los distritos de Pampas, Laraos, Chupamarca, Omas, Yauyos, Tauripampa, Huáñec, Omas y Ayavirí. Víñac, fue el primero y único distrito de la Zona Sur de la provincia de Yauyos, cuya circunscripción territorial abarcaba los actuales pueblos y distritos de Huangáscar, Cacra, Tana, Lincha, Azángaro, Hongos, Apurí, Chocos y Madeán. El primer pueblo que se disgregó fue Huangáscar, se elevó a la categoría de distrito el 17 de marzo de 1827, por Ley Nº 2656 dado por el Congreso, durante el Gobierno del Presidente General Andrés de Santa Cruz, como parte integrante de la provincia de Castrovirreyna, departamento de Huancavelica.
Durante toda la Colonia la Doctrina de Víñac (En los primeros años de la República, las Doctrinas dieron lugar a la formación de distritos, y los Partidos a provincias), tuvo constantes conflictos con los vecinos pueblos, especialmente con Acobambilla, distrito limítrofe del Partido de Angaráes. El primer problema fue territorial, porque no estaban legalmente determinados los límites. Ambos pueblos se apoderaban indistintamente de los pastos punales en jurisdicciones que creían ser de ellos, donde criaban sus ganados: ovinos, auquénidos, etc. Los de Acobambilla denunciaron a los pobladores de Chupamarca y Víñac, por sustracción de animales de sus estancias. Este robo fue denunciado al Fiscal, el 20 de enero de 1816, por el señor Clemente Chupayo, alcalde de San José de Acobambilla. No se llegó a ningún acuerdo y las dificultades continuaron.
Han pasado cerca de doscientos años de estos problemas judiciales, la Comunidad de Puituco, distrito de Acobambilla, jurisdicción de la provincia de Huancavelica, se han apoderado de grandes extensiones de pastos punales a vista y paciencia de las autoridades viñaquinas. El problema surgió hace muchos años, cuando los comuneros manifestaron que don Servio Mendoza Presidente de la Comunidad, lo había vendido y otra parte a la Comunidad de Lincha, no hubo un desmentido de acuerdo a ley. Poco tiempo después dejó de existir, llevándose la verdad de los hechos a la tumba. Verdad o mentira, no se sabe. Lo real, es que el territorio de Víñac, cada vez más fue perdiendo grandes áreas de terreno a expensas de nuestros vecinos que fue creciendo.
De esta manera el inmenso territorio del distrito de Víñac, va reduciéndose por desidia, desinterés, traición y ambición de sus mismas autoridades. No se acuerdan que “A la Patria no se vende, carajo, a la Patria se defiende”. A nuestros eminentes gobernantes les interesa un pepino la Patria chica. Llegan al cargo de la Presidencia de la Comunidad, gracias al voto de los comuneros, pero en el poder se olvidan de sus deberes, obligaciones y promesas. He tenido conocimiento que hubo dirigentes, que se apoderaron del dinero de la Comunidad. Y no son pues, cien o doscientos soles, sino miles de soles que pagan los ganaderos por derecho de los pastos punales. A estos cínicos y sinvergüenzas deben ser enviados a la cárcel, privarlos de su libertad; sin embargo simulan ser personas influyentes y siguen viviendo sin que nadie les diga y haga nada, gracias a la humildad de nuestra gente.
LA ERA DE NUESTROS ALCALDES
Después de la Guerra con Chile, firmado el Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1993, por el Concejo Distrital de Víñac, desfilaron cientos de personas que ocuparon el cargo de alcalde. El 1886, tres años después que los chilenos abandonaron el Perú, fue nombrado alcalde Juan Bautista Leyva, durante ocho años, inició la restauración de los edificios públicos destruidos por el enemigo a su paso al interior del país, arreglaron los caminos y los canales de irrigación; le siguieron los alcaldes Tomás Mendoza, Candelario Odria, Félix Centeno y Basilio Huari. Todos ellos con voluntad, perseverancia y coraje digno de alabanza trabajaron sin solicitar un real del Estado, muy por contrario tuvieron que enviar dinero para el pago del sueldo del Juez de la provincia y alimentos para los presos de la cárcel de Yauyos.
A comienzos del año 1904, asumió la Corporación del Concejo Distrital don Juan Onofre Chinchón Ramos Girón, hombre de singular carácter también por espacio de ocho años. Los siguieron los siguientes alcaldes Samuel Mendoza Ontiveros, Eleuterio Sulluchuco Chipana, Sixto Fortunato Villar Páucar, José Guerra Centeno, Ismael Ordóñez Ontiveros, Emigdio Meneses Álvarez, César Leyva Luyo, Cirilo Centeno Alva, Celestino Auris Huari, Bonifacio Morán Leyva. Estos alcaldes siguieron con los deberes y obligaciones de sus antecesores, restauraron el puente de Llangas tambo y de Huayllampi, a solicitud del alcalde provincial. Todos se desvelaron para que el distrito sea el piloto de la zona sur; de la misma manera, gracias a la colaboración, directa y eficaz de los Agentes Municipales de los anexos de Chocos y Apurí, que en la horas más difíciles estuvieron presentes con su granito de arena.
A partir del 1950- 1999, ocuparon el sillón de la alcaldía Jacinto Madueño Leyva, Mauro Ordóñez de la Cruz, Ubaldo Arbizu Mendoza, Amador Alvarado Ordóñez por dos periodos consecutivos, Reymundo Ordóñez de la Cruz, Daniel Auris Arbizu, Misolino Pariona Espinoza, Abelardo García Chulluncuy, Vicente Guerra Goicochea. Gracias a ellos se construyeron el Bañadero de Lluchucho y Huac’jakuna, se instaló el Agua Potable, se electrificó la ciudad, se avanzó en la construcción de la carretera desde el campamento de Quichika a los distritos de la zona. Claro que hubo alcaldes que se apropiaron de subsidios dados por el Estado, con algunos residentes de Lima. Nadie reclamó, ni denunció por la pasividad de los gobernantes que sucedieron, y el mal ejemplo cundió en los demás.
Los últimos alcaldes que llegaron a ocupar el Concejo Distrital, están Vicente Centeno Evangelista, que construyó el Centro Cívico y un Auditorio para el pueblo, que de todas maneras fue cuestionado. Luego el tristemente célebre Wenceslao Arbizu Reynoso, que en ocho años de gobierno municipal despilfarró la friolera suma de 1’599, 376. 86 de nuevo soles, no hizo casi nada sólo una losa deportiva que fue deteriorándose al año de su construcción, denunciado a la Fiscalía y ante el Poder Judicial por los delitos de Peculado, Enriquecimiento Ilícito, Malversación de Fondos del FONCOMUN; durante su Gestión desapareció dos vehículos. El Juzgado Provincial de Yauyos le aperturó instrucción, ordenado su ubicación y captura. Fue vacado por el JNE por una serie de faltas y delitos, pero como siempre estos ilícitos pernales duermen el sueño de los justos, el denunciado camina por Yauyos y por todas partes como Pedro en casa.
Ahora nos llega una mala noticia, el último alcalde nombrado por el 2007 el Sr. Teodardo Carrión Huamán, egresado de las aulas “Santiaguinas” del distrito de Víñac, en quien la Comunidad había guardado grandes esperanzas, porque creíamos que era el más honrado, honesto, trabajador y preparado, egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima; sin embargo las noticias son desalentadoras. Dicen que ha sido detenido por orden de la Fiscalía de Yauyos por delito de Peculado Agravado y por no haber distribuido en su debida oportunidad, las donaciones recibidas por el terremoto del 15 de agosto del 2007. Aún esta noticia está por confirmar. Ojalá no sea cierto, porque sino habremos perdido confianza en todos los futuros gobernantes, una vez en el cargo fácilmente se corrompen.
Con los antecedentes de nuestras autoridades, la población viñaquina se halla defraudada, perdido credibilidad en sus alcaldes, presidentes comunales, etc. Pienso quienes deben tomar las riendas Concejo Distrital, obligatoriamente son los dirigentes residentes de Lima, sino en nuestros pueblos seguirán los corruptos, inmorales, los vende patria, los se compran terrenos, casa, carros y vivir cómodamente el resto de sus vidas. El pueblo tampoco desea denunciarlos ante el Poder Judicial, por la pérdida de su pequeño capital y creen que es perder el tiempo, porque con el dinero amasado por el denunciado, compra conciencias y su libertad; los denunciantes quedan mal parados, siendo victima de burlas y de represalias que muchas veces llegan a un trágico final.
Desde hace muchos años, desde cuando el General don José de San Martín, mediante un Decreto Protectoral, creo el distrito de Víñac, el 4 de agosto de 1821, igual a los distritos de Pampas, Laraos, Chupamarca, Omas, Yauyos, Tauripampa, Huáñec, Omas y Ayavirí. Víñac, fue el primero y único distrito de la Zona Sur de la provincia de Yauyos, cuya circunscripción territorial abarcaba los actuales pueblos y distritos de Huangáscar, Cacra, Tana, Lincha, Azángaro, Hongos, Apurí, Chocos y Madeán. El primer pueblo que se disgregó fue Huangáscar, se elevó a la categoría de distrito el 17 de marzo de 1827, por Ley Nº 2656 dado por el Congreso, durante el Gobierno del Presidente General Andrés de Santa Cruz, como parte integrante de la provincia de Castrovirreyna, departamento de Huancavelica.
Durante toda la Colonia la Doctrina de Víñac (En los primeros años de la República, las Doctrinas dieron lugar a la formación de distritos, y los Partidos a provincias), tuvo constantes conflictos con los vecinos pueblos, especialmente con Acobambilla, distrito limítrofe del Partido de Angaráes. El primer problema fue territorial, porque no estaban legalmente determinados los límites. Ambos pueblos se apoderaban indistintamente de los pastos punales en jurisdicciones que creían ser de ellos, donde criaban sus ganados: ovinos, auquénidos, etc. Los de Acobambilla denunciaron a los pobladores de Chupamarca y Víñac, por sustracción de animales de sus estancias. Este robo fue denunciado al Fiscal, el 20 de enero de 1816, por el señor Clemente Chupayo, alcalde de San José de Acobambilla. No se llegó a ningún acuerdo y las dificultades continuaron.
Han pasado cerca de doscientos años de estos problemas judiciales, la Comunidad de Puituco, distrito de Acobambilla, jurisdicción de la provincia de Huancavelica, se han apoderado de grandes extensiones de pastos punales a vista y paciencia de las autoridades viñaquinas. El problema surgió hace muchos años, cuando los comuneros manifestaron que don Servio Mendoza Presidente de la Comunidad, lo había vendido y otra parte a la Comunidad de Lincha, no hubo un desmentido de acuerdo a ley. Poco tiempo después dejó de existir, llevándose la verdad de los hechos a la tumba. Verdad o mentira, no se sabe. Lo real, es que el territorio de Víñac, cada vez más fue perdiendo grandes áreas de terreno a expensas de nuestros vecinos que fue creciendo.
De esta manera el inmenso territorio del distrito de Víñac, va reduciéndose por desidia, desinterés, traición y ambición de sus mismas autoridades. No se acuerdan que “A la Patria no se vende, carajo, a la Patria se defiende”. A nuestros eminentes gobernantes les interesa un pepino la Patria chica. Llegan al cargo de la Presidencia de la Comunidad, gracias al voto de los comuneros, pero en el poder se olvidan de sus deberes, obligaciones y promesas. He tenido conocimiento que hubo dirigentes, que se apoderaron del dinero de la Comunidad. Y no son pues, cien o doscientos soles, sino miles de soles que pagan los ganaderos por derecho de los pastos punales. A estos cínicos y sinvergüenzas deben ser enviados a la cárcel, privarlos de su libertad; sin embargo simulan ser personas influyentes y siguen viviendo sin que nadie les diga y haga nada, gracias a la humildad de nuestra gente.
LA ERA DE NUESTROS ALCALDES
Después de la Guerra con Chile, firmado el Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1993, por el Concejo Distrital de Víñac, desfilaron cientos de personas que ocuparon el cargo de alcalde. El 1886, tres años después que los chilenos abandonaron el Perú, fue nombrado alcalde Juan Bautista Leyva, durante ocho años, inició la restauración de los edificios públicos destruidos por el enemigo a su paso al interior del país, arreglaron los caminos y los canales de irrigación; le siguieron los alcaldes Tomás Mendoza, Candelario Odria, Félix Centeno y Basilio Huari. Todos ellos con voluntad, perseverancia y coraje digno de alabanza trabajaron sin solicitar un real del Estado, muy por contrario tuvieron que enviar dinero para el pago del sueldo del Juez de la provincia y alimentos para los presos de la cárcel de Yauyos.
A comienzos del año 1904, asumió la Corporación del Concejo Distrital don Juan Onofre Chinchón Ramos Girón, hombre de singular carácter también por espacio de ocho años. Los siguieron los siguientes alcaldes Samuel Mendoza Ontiveros, Eleuterio Sulluchuco Chipana, Sixto Fortunato Villar Páucar, José Guerra Centeno, Ismael Ordóñez Ontiveros, Emigdio Meneses Álvarez, César Leyva Luyo, Cirilo Centeno Alva, Celestino Auris Huari, Bonifacio Morán Leyva. Estos alcaldes siguieron con los deberes y obligaciones de sus antecesores, restauraron el puente de Llangas tambo y de Huayllampi, a solicitud del alcalde provincial. Todos se desvelaron para que el distrito sea el piloto de la zona sur; de la misma manera, gracias a la colaboración, directa y eficaz de los Agentes Municipales de los anexos de Chocos y Apurí, que en la horas más difíciles estuvieron presentes con su granito de arena.
A partir del 1950- 1999, ocuparon el sillón de la alcaldía Jacinto Madueño Leyva, Mauro Ordóñez de la Cruz, Ubaldo Arbizu Mendoza, Amador Alvarado Ordóñez por dos periodos consecutivos, Reymundo Ordóñez de la Cruz, Daniel Auris Arbizu, Misolino Pariona Espinoza, Abelardo García Chulluncuy, Vicente Guerra Goicochea. Gracias a ellos se construyeron el Bañadero de Lluchucho y Huac’jakuna, se instaló el Agua Potable, se electrificó la ciudad, se avanzó en la construcción de la carretera desde el campamento de Quichika a los distritos de la zona. Claro que hubo alcaldes que se apropiaron de subsidios dados por el Estado, con algunos residentes de Lima. Nadie reclamó, ni denunció por la pasividad de los gobernantes que sucedieron, y el mal ejemplo cundió en los demás.
Los últimos alcaldes que llegaron a ocupar el Concejo Distrital, están Vicente Centeno Evangelista, que construyó el Centro Cívico y un Auditorio para el pueblo, que de todas maneras fue cuestionado. Luego el tristemente célebre Wenceslao Arbizu Reynoso, que en ocho años de gobierno municipal despilfarró la friolera suma de 1’599, 376. 86 de nuevo soles, no hizo casi nada sólo una losa deportiva que fue deteriorándose al año de su construcción, denunciado a la Fiscalía y ante el Poder Judicial por los delitos de Peculado, Enriquecimiento Ilícito, Malversación de Fondos del FONCOMUN; durante su Gestión desapareció dos vehículos. El Juzgado Provincial de Yauyos le aperturó instrucción, ordenado su ubicación y captura. Fue vacado por el JNE por una serie de faltas y delitos, pero como siempre estos ilícitos pernales duermen el sueño de los justos, el denunciado camina por Yauyos y por todas partes como Pedro en casa.
Ahora nos llega una mala noticia, el último alcalde nombrado por el 2007 el Sr. Teodardo Carrión Huamán, egresado de las aulas “Santiaguinas” del distrito de Víñac, en quien la Comunidad había guardado grandes esperanzas, porque creíamos que era el más honrado, honesto, trabajador y preparado, egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima; sin embargo las noticias son desalentadoras. Dicen que ha sido detenido por orden de la Fiscalía de Yauyos por delito de Peculado Agravado y por no haber distribuido en su debida oportunidad, las donaciones recibidas por el terremoto del 15 de agosto del 2007. Aún esta noticia está por confirmar. Ojalá no sea cierto, porque sino habremos perdido confianza en todos los futuros gobernantes, una vez en el cargo fácilmente se corrompen.
Con los antecedentes de nuestras autoridades, la población viñaquina se halla defraudada, perdido credibilidad en sus alcaldes, presidentes comunales, etc. Pienso quienes deben tomar las riendas Concejo Distrital, obligatoriamente son los dirigentes residentes de Lima, sino en nuestros pueblos seguirán los corruptos, inmorales, los vende patria, los se compran terrenos, casa, carros y vivir cómodamente el resto de sus vidas. El pueblo tampoco desea denunciarlos ante el Poder Judicial, por la pérdida de su pequeño capital y creen que es perder el tiempo, porque con el dinero amasado por el denunciado, compra conciencias y su libertad; los denunciantes quedan mal parados, siendo victima de burlas y de represalias que muchas veces llegan a un trágico final.